Ya no me acordaba... Se me había olvidado el viento fresco y puro que sopla en Ibañeta, la desnudez causada por la ausencia de las mazas cruzadas en el pedrusco dedicado a Roldan ,... las inverosimiles rampas de ángulo agudo de la ermita de austera cruz y campana desgastada,... ya no me acordaba que siguiendo la senda que serpentea hacia las alturas te espera el paso de Lepoeder: el collado hermoso.
... ya se me había olvidado la impresión de flotabilidad inmóvil que inspiran los grises tejados ondulados de la colegiata entre la niebla al rodearlos desde encima y por detrás,... es entonces cuando el pueblo parece reposar acunado en laderas de hayas.
... ya no recordaba el aire medieval que exhala el arco de acceso al hospital de peregrinos,.... ni la tentación de pisar descalzo la verde, fina y prohibida hierba enmarcada por la acera de piedra rojiza camino de la entrada, ... ni las peculiares tejas de piedra del osario.
.... ya se me había olvidado el aroma a fuego de leña fresca que te sorprende mediante ráfagas entremezcladas con la imperceptiblemente suave fragancia de las montañas pirenaicas,.... el largo tunel con pilares de árboles y techo de alargadas ramas protectoras invitandote a dirigirte caminando seguro,... al siguiente pueblo del Camino de Santiago,... hacia adelante.
... ya no me acordaba de Roncesvalles.
No había pasado tanto tiempo, pero me había olvidado de un lugar al que siempre... quiero volver.