Nos despertamos hacia las 8:00 y desayunamos con mucha calma en el mismo hostal. Yo he dormido de culo y no termino de espabilar. Pagamos los gastos del hostal y a las 10 pasadas empezamos a pedalear, subimos todo el centro histórico y siguiendo las flechas bajamos por un camino de monte hasta una carretera dirección Requejo, las flechas nos vuelven a sacar de la carretera y vamos bordeando un rio por un camino bonito pero por el que se va muy lento.
05 de abril, lunes. Puebla de Sanabria - La Gudiña, 62 km.
El camino se va disipando y quedamos atrapados en una pradera encharcada y llena de vacas, el pastor dice que salgamos a la carretera que por ahí no se puede ir, nos mojamos los pies bien mojados con los charcos y al final conseguimos salir.
Por cierto, hace un tiempo inmejorable. Tiramos un rato por carretera, pero tenemos ganas de mambo y enseguida nos metemos por camino a la derecha. El camino se complica enseguida y empieza a subir y a subir, no vemos flechas. Nos hemos perdido.
Volvemos por donde vinimos y después de bajar un par de kilómetros vemos el cruce que nos habíamos colado, cruzamos un riachuelo, nos volvemos a mojar los pies, tramos andando...Por fin llegamos a Requejo y aparecemos en una fuente, donde paramos a descansar un rato. Un anciano se para a hablar con nosotros. Decidimos picar algo, así que nos acercamos a una tienda al lado de la carretera. Llevamos un retraso del copón, pero nos da igual, no tenemos prisa. En la tienda pillamos un chocolate de pegada y un par de latas de coca cola.
Empezamos la subida de Padornelo, la subida se hace pesada, pero tampoco es como para acojonar, tiene unas rampas sin demasiada inclinación y son constantes. La subida yo creo que eran unos 8 km. y Pe sube por delante. Nos sacamos una foto arriba y enseguida empezamos el descenso, pues en Lubian queremos parar a comer algo.
La bajada es una gozada. Bajamos despacio, disfrutando del panorama y del tiempazo. Llegamos al pueblo sin enterarnos y pillamos unos bocatas en un bar que vemos a la derecha. Descansamos, hora y media al sol...
Empezamos a pedalear de nuevo con Lorenzo cascando a saco, la subida a la Canda es mas dura que la de Padornelo, pero mas corta, y tampoco es excesiva. Pe sube por delante, esta en forma el cabrón.
Otra vez toca bajar y mucho, y ya no la dejarnos hasta el final de la etapa: La Gudiña.
En el albergue hay gente, pero no nos abre nadie, así que llamamos al teléfono que pone en la puerta. Viene el hospitalero a abrirnos, un tipo muy amable. Nos pide las credenciales y nos explica por donde hay que coger la etapa de mañana.
El albergue es de categoría, en el bajo están la cocina y la sala de estar y arriba las literas y las duchas. Tiene calefacción y todo.
Cuando llegamos al albergue de La Gudiña, allí estaba dándonos la bienvenida: un tío simpático y graciosillo... Bueno, eso nos pareció al principio, pues en realidad resultó ser un gorrón. Un gorrón de libro. Y además con mas geta que un elefante con paperas. Nos dijo que se llamaba Richi. Venía desde Sevilla andando y había salido con 20 euros en el bolsillo.
Nos contó todas las triquiñuelas, conspiraciones y enredos que fue maquinando por el camino para conseguir llegar a La Gudiña con tres euros. Nos los enseño y todo...Se basaban principalmente en ir siempre donde el cura del pueblo y decir que era peregrino necesitado, a pesar de que echaba pestes sobre todo lo relacionado con la iglesia, no le hacía ascos a sacar tajada de pobre clérigo que se le cruzase. Especialmente orgulloso estaba de haber conseguido dormir de gorra, con cena y desayuno incluidos, en el albergue-hotel de Fuente de Cantos tras una intrincada trama, obra maestra de la picaresca ibérica.
Tenía guardado de alguien que le había regalado en Granja de Moreruela, un salchichón de cantimpalo más duro que la porra de un antidisturbios, vamos que si te arrea con eso en la pelota, te produce un traumatismo craneoencefálico irreversible. Me pidió la navaja para cortarlo y, me la jodió. Habría sido necesario el hacha de un aizkolari, o una motosierra para doblegar aquel “destroza empastes”.
El albergue tenía una pequeña cocina, y mi hermano y yo nos hicimos la cena: espaguetis con jamón. No nos importaba, pero se autoinvitó: yo cocino... Parecía que no había papeado en tres días, una perfecta representación de lo que es el hambre canina, que manera de trincar. Agua no bebió, pero le daba a la botella de "coto" que era un primor, con un fervor que se le saltaban las lágrimas. Se zampó también casi una barra entera de pan galego, que mira si eso es pan…, más de media tableta de chocolate y un paquete de avellanas. Remató con un yogur que le sobró a otro peregrino. –Aquí tirar, no se tira nada- Decía que no fumaba nunca salvo excepciones; pero, superando al mismísimo Gandalf, se marcó unos anillos de humo con mis puritos que podría haber jugado al julajop con ellos la Caballé.
Pero lo peor era que no callaba, yo creo que era uno de sus trucos estrella. Era tan palizas, de una verborrea tan extensa, politemática y polifacética, curtida en su infinita experiencia universal de ciudadano de mundo de vuelta de todo, que aturullaba y desorientaba hasta tal punto que anulaba las reacciones razonables.... Cuando se aseguró que no había más, campeonamente se retiro a roncar,... con eco y todo.
Al día siguiente nos levantamos a las siete. Sigilosamente para no despertarlo, porque queríamos desayunar algo caliente en el mismo albergue. Pero bajando las escaleras a oscuras, mi hermano, colgando con todos sus bultos y enseres, tropezó; y en consecuencia, yo, que iba detrás colgando con todos mis bultos y enseres, tropecé con él.... Vamos, que Pepe Viyuela y Mister Bean juntos puestos a ello no habrían montado mayor cifostio...
Farrukito, como ya le había apodado mi hermano, se levantó al instante, risueño, diciendo alegremente....
-¿Que vamos a desayunar?..
Mintiéndole, le respondimos que teníamos pensado hacerlo por el camino y allí lo dejamos...Al cuarto de hora estábamos calados por la bruma, tragándonos un gélido batido de chocolate al lado de una fuente. Mi hermano tiritando de frio y de muy mala leche solo decía.
- Joooooder con el Farrukito...
Posterior a aquello, cuando íbamos a echar mano de una tabla de pulpo en Orense, de un almuerzo a base de queso con membrillo por Castro Dozón, o de una ración de churrasco en Puente Ulla, era una constante comentar…
¿Te imaginas que aparezca Farrukito?