Notas preliminares:
1º Esta opción solo merece la pena en marea baja y cruzando la playa de Oriñón, alcanzar Sonabia por carretera alargaría el recorrido en casi 9 km.
2º El recorrido no es apto para sufridores de vértigo.
3º Sin llegar a ser un trazado técnico, el recorrido nos obligará a no descuidar la atención. En un par de tramos, sin ser complicados en exceso, deberemos extremar la concentración y la prudencia, la bajada por la falda del Candina habrá que realizarla sin prisa y cuidado para evitar resbalones.
4º Con lluvia, niebla o climatología adversa se aconseja abstenerse.
... Como decía, nos encontramos en el acceso a la playa de las Arenillas a la salida de Islares. Miramos hacia el oeste y,... vemos una larga playa a nuestros pies,... donde termina esta y un poco a estribor, vemos una fila de chaletes clones colgando de un entrante de la tierra al mar, se trata de Sonabia,... y detrás de la playa y del pueblo y abarcando todo espacio divisamos un inmenso y amurallado bastión de piedra con paredes de vértigo impidiendo el paso,... ese es nuestro objetivo...
Bajamos a la playa tranquilamente, nos descalzamos, nos colgamos las botas del cuello, nos colocamos el patito hinchable en la cintura y aprovechando que faltan dos horas para la baja mar, damos un delicioso y yodado paseo, que es un bálsamo para nuestros ya escarniados pies por toda la orilla hasta el otro lado (cantamos como la sardinera vizcaina "desde Isalres a Laredo viajo por toda la orilla,...así es en versión cantabrona), donde subimos por unas escaleras que desembocan en una carretera.
Hemos recorrido un kilómetro largo y de haber tenido que desplazarnos por la carretera, debido a la acción de la desembocadura de la ría, el recorrido se habría alargado a casi ocho. Aunque finalmente nos hemos mojado los gayuflos y los pantalones cortos quechua, somos unos zorros,... marinos.
Tiramos en subida por la carretera, girando a nuestra derecha, y en otro kilómetro largo nos situamos en,... Sonabia, es fácil....
Nos encontramos en un complejo de chalets adosados con una ermita de aire mejicano en su centro, Sonabia, y adentrandonos en el por la carretera, enseguida vemos un camino empedrado a nuestra izquierda que comienza con un cartel indicando Laredo a nueve kilómetros y que desciende en amplía curva hacía una verde y bucólica campiña encajonada que se extiende y se estira para abrazar el mar. Una pequeña playa nudista le prohibe el paso marcando el comienzo de la inmensidad oceánica.
A nuestra izquierda la sombra del majestuoso Candina nos atemoriza...
Pero no hay nada que temer, el Candina tiene un punto débil y nosotros vamos a por el, vamos a atravesarlo pero sin subir a su cima, vamos a colocarle un "passing shot" utilizando el argot tenistico, le vamos a endiñar un "caño" en versión futbolística, o el no menos popular "oshoto gari super bien off" judoka surfer ruler..., y a su vez, y por el otro lado, le vamos a romper la cintura al mar mediante una chicuelina veronicada torera. Ole Paca!
De momento será las flechas de color naranja las que nos guiarán...
La senda a seguir es clara, llegamos a un punto donde surge una ramificación menos nítida y en subida, a nuestra izquierda, la cogemos y nos va elevando suavemente, inmediatamente nos desviamos por otra, a nuestra izquierda también. En resumen: sendero principal-bifurcación-izquierda,... sendero-bifurcación- izquierda. Y ya no hay mas, nos encontramos en la falda del Candina, cuya estribación moteada de ovejas cae al mar y el camino va cortando la ladera en diagonal, alzandose continuamente.
Caminamos entre dunas por suelo arenoso, entre helechales y arbustos, y avanzamos burlando la gigantesca y avasalladora muralla caliza amenazante. A nuestra derecha se situa la pequeña playa nudista y la vamos superando, dejando atrás y empequeñeciendose... Conforme caminamos, el sendero se va empinando y nos enfoca a la pared mas lejana y mas baja del monte. La subida se va endureciendo pero no falta mucho.
Llegamos a un punto estratégico, a ambos bordes del Camino nos encontramos dos pequeños pivotes formados por piedras amontonadas semejando pequeños túmulos. Nada mas rebasar la línea imaginaria que las une debemos girar y afrontar la subida por los cuernos: recto para arriba.
Se tratan de unos pocos metros hasta que alcanzamos un descansillo natural, una repisa y ahí,... quedamos desconcertados: nos ocurren dos cosas.
La primera es la vista... Nos giramos, miramos y nos entra un vértigo como para caernos patas arriba, en una palabra, impresionante. Podemos ver todos nuestros pasos del día: Castro, Islares, la playa de Oriñón por la que hemos cruzado, Sonabia, el vallecito bucólico, la cala nudista de ha ce unos momentos que se presenta en miniatura... Pero también se divisa el inmenso mar a nuestros pies, doscientos metros mas abajo,... y al lejano este, el superpuerto de Bilbao e,... Izaro, la isla estrella.
La otra es mas grave: no hay paso.
En frente nuestro, a un palmo de nuestras narices, se planta un portón rocoso infranqueable de veinte metros de altura impidiendonos continuar nuestro periplo. El Candina nos rechaza denegandonos el permiso, nos prohibe el acceso en sus dominios. Los irrespetuosos seres humanos que lo destrozan todo no somos bienvenidos. Casi podemos escuchar una siniestra y distorsionada risa proveniente de sus entrañas.
Nos invade un amplio sentimiento de impotencia y de fracaso mientras miramos inmoviles y alicaidos las rocas, como en un intento de oradar un boquete con los ojos, en una estampa similar a la de Gandalf frente a las Puertas de Moria... Y es entonces cuando exclamamos las palabras mágicas que neutralizarán el hechizo...
_ ¡¡Mecagoensuputamadre!!
... Y de repente, como por arte de magía se nos muestra una estrecha raya de dos palmos de anchura de tierra pisada que se introduce entre dos rocas y zigzaguea ascendiendo y convirtiendose en toscos escalones que conforman una irregular escalera de grandes peldaños. Trepamos por ella y nos encarmamos a... las alturas.
Ha pasado media hora desde que pasamos al par del cartel de Sonabia y son las 10:30 A.M
Si la vista anterior nos dejó alelados, lo que vemos ahora no se puede expresar con palabras. Nos encontramos en la cara este del Candina, ya lo hemos superado, y aunque hemos ascendido una altitud considerable, no nos situamos mas que en su base.
Visto desde el mar parecería un pequeño resalte, pero para nosotros es una explanda, una balconada amplía que se alarga y se extiende por la que nos encaminaremos sin impedimentos. Nos encontramos en una pradera limitada y bordeada en un lado por un collado que se escalona según bira hacía el interior y por el mar muy abajo en el otro. A partir de aquí le señalización se hace presente,... la marca comanche blanca y roja... Laredo se muestra en un horizonte que parece al alcance de nuestra mano.
Abandonamos el camino y en paralelo a el y a pocos metros, fluctuamos, entre gaviotas, como los tipos de interes sobre un precipicio que cae al mar, pisando sobre la mismisima línea que delimita la cornisa cantábrica que vemos impresa en los mapas de Repsol.
Hay una buitrera cerca, en algún punto del acantilado que se encuentra debajo nuestro, pero los buitres leonados, siempre centinelas, se encuentran a unos pocos metros tranquilos tomando el sol en sus atalayas...
... Un grupo de cinco vigila el mar, y nosotros, seres humanos, los espantamos como a palomas de un parque público...
Nos abrimos paso por los acantilados y volvemos al camino, o el vuelve a nosotros, quien sabe...
Y este se arrima al mar hasta colocarse prácticamente suspendido sobre él,... flotando...
... Hemos ido llaneando por las alturas y sin darnos cuenta hemos rodeado media circunferencia del cono del Candina,...y ahora el el momento de descender. Para ello debemos adentrarnos hacia tierra adentro para acomodar la bajada a tumba abierta y realizarla en fases según la altitud. Primero por ladera de monte pelado...
... Despues la vegetación se va densificando e iran apareciendo los bichos...
... Luego aparecerán los bosques de encinas, a las que nadie llama autóctonas porque no aparentan un grupo cuadrado de árboles similar a un implante capilar al monte al modo eucaliptus, sino que conservan el caos de la naturaleza y parecen haber estado siempre allí...
... Y finalmente, ahora sí, el inevitable eucalipto, camuflando un albergue parroquial donde se admiten animales como compañía...
Ya hemos descendido la montaña y casi nos colocamos a nivel del mar, aún así, el valle de Liendo se divisa en un nivel inferior
El sendero se ha ido ensanchando conforme remitía la rampa y,... nos lleva de vuelta a la civilización,... pero nos escapamos de ella despavoridos por la tangente y,... por medio de un sendero que se contornea en leve subida por nuestra mano derecha hacía un pequeño bosquecito. A partir de aquí, la señalización sin pérdida, será a cargo de flechas de color rosa.
... Un bosquecito decía, con monumento histórico artístico incorporado,... los vestigios de la ermita de San Julian, cuyas ruinas se mantienen en excelente estado de conservacíon y que puede datar del siglo XV. Historiador el Bolitx? Carbono 14? No, que lo pone en una placa en la pared...
El Camino nos vuelve a escupir al mar y...
...llanea hasta colarse por la base del cerro del ahorcado.
Nos asomamos a un antiguo artilugio para obtener yeso para...
... comprobar que tenemos Laredo conquistado.
Sin embargo, las flechas rosas continuarán un rato mas y todavía nos restarán unos tres kilómetros en los que volverá el asfalto, con un excesivamente alargado y sinuoso rodeo en el que llegaremos a recular, caminando con el mar a nuestra izquierda,... finalmente desembocaremos en el casco antiguo de la urbe descendiendo por una calzada romana...
Hemos tardado cuatro horas desde Islares.
... Laredo nos dará la bienvenida, siempre volcada para complacer a ciudadanos y foraneos, refleja bienestar con cierto aire festivo, arrimada a su inmensa playa enarbola todas sus virtudes.
... Enfilamos por el malecón abarrotado de puestos de comerciantes: melones y sandías, muñecas de porcelana, estantes repletos de productos del pais, chuiringuitos caribeños con música salsa y cocos en la barra, Aloe Vera para todo, baba de caracol, hermosas mercancías, nacar y coral, ámbar y ébano, y toda suerte de perfumes voluptuosos...
... En un banco público, una chica joven acaricía un arpa, al principio con tanta cacofonía no se le oye, las campanas de la iglesia voltean escandalosas, Juan Luis Guerra suena en el puesto de las telas,
el tráfico engulle el silencio, la gente es ruidosa...
Pero conforme nos acercamos, los sonidos van remitiendo, las campanas cesan,... el viento proveniente del mar hace silbar sus cuerdas acompañando dulcemente la hermosa y suave melodía que brota del arpa,... la chica tiene los ojos cerrado mientras recorre el arte con sus dedos...
Finalmente cesa todo sonido y el silencio lo inunda todo, una moneda de cincuenta céntimos pega en el canto de la caja de lata y repiquetea contra el suelo mientras un niño exclama...
_ Sigue!
... Fijo la vista adelante, Colindres,... despues Santoña, creo que pasaba por Noja, Somo, Santander...
... Pero una vez mas no le hice caso.
... Veo una mujer que se acerca a trompicones en sentido contrario, con la mirada pérdida y como si nadie existiera a pesar del abarrotado paseo,... como si se trasladase por un tunel,... el tunel de "Los Secretos"...
Regreso al tiempo en que te conocí,
cuando el mundo acababa en tu jardín.
Yo era el cowboy más duro de la unión
y tú la bailarina del salón.
Todas te aventajaban en virtud pero ninguna daba lo que tú.
Luego volaste, alguien me contó
que has hecho del amor tu profesión.
Desde que aquel invierno terminó,
desde que aquel amigo se esfumó,
desde que decidiste abandonar,
desde que comenzaste a resbalar por el túnel que lleva
adonde crece la más oscura flor de la ciudad.
Yo sigo igual, ya ves, aquí en Madrid,
las cosas no dan mucho más de sí.
Un día te llamo y vamos a cenar,
espero me hagas un precio especial.
El resto de la banda se perdió,
el maldito reloj los engulló, hacen quinielas, hijos,
van al bar, tu oficio no es peor que los demás.
Desde que aquel invierno terminó,
desde que aquel amigo se esfumó,
desde que decidiste abandonar,
desde que comenzaste a resbalar
por el túnel
que lleva adonde crece la más oscura flor de la ciudad.