¿Cual es vuestro motivo para hacer el Camino de Santiago?
¿Un motivo religioso? ¿O es un motivo cultural? ¿Deportivo? ¿Una promesa? ¿Espiritual? ¿La absolución de mis pecados?
Recuerdo mi primera vez en Roncesvalles rellenando el cuestionario, mirando de reojo a mi compañero, agudizando la vista guiñando un ojo y sacando la lengua con expresión delatora en la cara de estar copiándole la fórmula del ácido sulfúrico.
¿Otros? Equis.
Por cierto, porque harán esta pregunta gente que conoce el Camino de Santiago, si: "La puerta se abre a todos, enfermos y sanos, no sólo a católicos sino aún a paganos, a judíos herejes, a ociosos y vanos, y más brevemente a buenos y profanos.". Y también ahora, a turistas con mas cara que espalda, a políticos de ojos con el símbolo del dólar incorporado en las pupilas y chupasangres de peregrino de variado linaje.
Todos, somos todos, todos somos todo, y de todo. O no?
Siempre me ha parecido una pregunta estúpida, bastante inconveniente, ¿Y porque es estúpida? Porque si se abre a todos es por algo, y no existe sano que no haya enfermado, ni papa católico que no haya actuado como un Dios pagano de corazón hereje judío, ni currela impenitente que no le haya suspirado por encontrarse ocioso y vano, ni malo profano que no haya actuado en la ocasión mas inesperada de bueno de película.
Y por muy espiritual que alguien se crea, no rechaza el esfuerzo de subir el Perdón con el ánimo deportivo de un escalador, ni una cerveza en la terraza de Santo Domingo, y le encanta conocer la leyenda del gallo y la gallina, y no desdeña la cultura que su recorrido le propone, ni la visión de moz@s cachas german@s, y en los momentos duros no tiene mas remedio que agarrarse a una promesa con la proposición de mejorar y por lo tanto desprender lastre, o pecados según se mire.
Si tuviera que definir un motivo, se me ocurrirían cientos antes que los que me proponen en una hoja.
Por ejemplo, Que os parece este: la curiosidad por experimentar lo que se siente cuando se adquiere el brillo de ojos que has distinguido esculpido en sus dueños, mientras caminan de paso delante de ti en un pueblo cuyo nombre siempre recuerdo.