Me gusta el Obradoiro. Sencillo y sin entrar en muchos detalles, me parece un final perfecto, de película, para el peregrino,... desde el momento que llegas por las Platerías y comienzas a pisarlo, notas algo dentro,... y aunque no soy de exteriorizar sentimientos, la emoción va aumentando al mismo son que mi mirada se dirige hacía las alturas de esas maravillosas, impresionantes torres,... y termina por desbordarme y embargarme. Es solo un momento, pero siempre se da...
... Mas pereza me suele dar cruzar la Gloria del Maestro Mateo, pues la mía ya va cesando, disminuyendo y enfriándose, además de esos míticos 33 escalones colapsados de gentío y turisteo en masa, que siempre me amilana.
El Obradoiro lo considero un poco de mi propiedad,... no existe papel, ni escritura que lo certifique, pero en mi corazón tiene su hueco y por lo tanto, de alguna manera, si que me pertenece.
Si la meteorología da permiso, me paso horas y horas allí, admirando las piedras que conjugan entre sí para formar esa incomparable majestuosa fachada barroca,... observar la gente que transita y pulula de un lado para otro, sestear, soñar, despertar, guiñarle al Santiago que te mira de arriba.
... Mientras un aire dulce pero levemente tristón, se va apoderando de mí, me gusta paladear el panorama y disfrutar de la calma, una calma que suelo comparar con el reposo del guerrero, y que lleva una gran dosis de silencio interior...
Tengo mi plaza reservada, la mejor: tribuna,... un lugar tranquilo, donde el bullicio llega amortiguado pero el escenario se mantiene sin perder fuerza. Si te sitúas con la catedral de frente, en un hueco que te guarece del viento y con la pared lateral del ayuntamiento a mi vera, los Reyes Católicos quedan al fondo a mi izquierda, aunque no los veo...
... Allí me tumbo, con la cabeza apoyada en la piedra, a admirar el final... por penúltima vez.
Autora fotografía: Sofía
...Los titiriteros de Platerías.
Desde que llegué a Santiago por primera vez, tengo grabado algo que formará parte como ingrediente dentro de la receta que conforma mi recuerdo de esa ciudad,… y tiene que ver con Platerías.
… Callejeando por los alrededores de la catedral, me paré en frente de una especie de plaza con una bonita fuente de piedra en medio y unas escaleras detrás,… entonces creo que no me sabía su nombre.
En las escaleras se encontraba una pareja de titiriteros extranjeros, hombre y mujer , realizado una función teatral,… fue un auténtico placer verlos actuar, los movimientos, los gestos, las vestimentas, el ambiente de la gente aplaudiéndoles entusiasmada,.. la escena me transportó como al siglo XIX,… un poco a la época que me puede inspirar la novela “Los Miserables” de Victor Hugo.
El hombre, manejaba una marioneta de gran tamaño con tal destreza que parecía tener vida propia,… yo creo que el muñeco hasta movía los ojos y te sonreía.
Me posicioné un poco apartado, apoyado en un pilar, observándolos con deleite, pues me parecieron realmente fantásticos y se me quedó tan grabado que una de las piezas que suele completar mi composición particular de Santiago, es la actuación de aquellos titiriteros en Platerías.
He vuelto unas cuantas veces,… siempre paro en Platerías y,… compruebo si conserva algo de la magia de aquellos titiriteros…
… No estoy seguro, pero diría que si...
Autora fotografía: Sofía
Autora fotografía: Sofía