Así es de siempre, mágico, milagroso, algo sagrado,… una ruta transitada anteriormente por miles y miles,… millones de predecesores. Todos con el mismo objetivo. Un Camino de búsqueda. Rebosante de pequeñas grandes hazañas.
En esta concreta ocasión, mas que oscuro, estaba negro. No es que no se apreciara nada, ni contornos, ni siluetas, ni sombras,… es que no se veía ni torta. Hacía calor pero sin llegar al bochorno, en torno a los 36°.
Sin embargo, dentro, la excitación era ya irreprimibible, la impaciencia exorbitada, se abrieron las puertas y aquello fue como el banderazo de salida…
… Y allí salieron, exceptuando al típico rezagado que se ha quedado dormido en los laureles, todos escopeteados, zumbando, a toda pastilla, perdiendo el culo como si hubieran visto al demonio vestido de azul o a la suegra con los rulos en la cabeza y el rodillo de amasar en la zurda…
… Lo importante era llegar.
La masificación era algo de flipar, un colapso total y universal, mas que una romería parecía una manifa. Se empujaban unos a otros sin miramientos, tiraban acelerados para adelantarse sin cederse el paso, abriéndose a empujones para llegar el primero.
Pero aquello era duro, y largo,… toboganes interminables y pronto algunos fueron rezagándose, otros se detenían agotados, algunos se perdían y hasta yacían escorados en los márgenes, muchos se rendían… Y así fueron descartándose y quedando unos pocos en cabeza.
Cuando ya se avistaba la meta y parecía cosa de un grupo formado por una decena, apareció él desde atrás…
… Un bólido potente imparable que avanzaba centrado todo recto y tieso, cargando como un jabalí enloquecido. Para mas joder, cogió carrerilla, aceleró el ritmo ya de por sí galopante, elevó la potencia, esprintó y cargo embistiendo al grupo que le precedía, una bola rauda demoledora mandando a tomar por saco todos los bolos y marcándose un pleno de ensueño…
Y siguió follado su singladura sin inmutarse, con la cabeza desnuda por delante, que la llevaba sin boina ni cuernos. Y ahí estaba la meta, que parecía una pared enorme y no se veía la puerta, y nuestro protagonista seguía imparable,… pero que te vas a estampar flipadín!. Y el tío nada, siguió acelerando y acelerando, y sin desviarse, todo recto,… se la iba a dar de lleno, ya no había vuelta atrás, la inercia era ya incontrolable, se iba a espachurrar contra aquel muro, y encima cuando ya estaba a punto de alcanzarlo, cogió saltó marcándose todo un salto del angel con un estilo inmaculado, y se lanzó contra aquello
-SSSSSPLASCHHHHHHHH!
… Increiblemente, penetró como si tuviera la capacidad de un fantasma y desapareció.
… Por supuesto era un espermatozoide gallego.