La Plata es increible, auténtica,.... diferente,... y nunca he pasado noches como allí...
A Cáceres le ocurre algo parecido a lo que a la misma Plata de la que forma parte, que parece ser que su nombre actual no proviene del original Castra Caecilia, sino que,... una vez mas los árabes tiene la culpa, derivaría de Al- Kasar, que quiere decir abundante en alcazabas o fortalezas.
Entré a esta ciudad, camino de Santiago de Compostela, mal, o si lo hice bien no me enteré, atravesando un horrible complejo industrial lleno de chatarra y pabellones roñosos que me obligaron a hacer desesperantes quiebros y cambios de dirección por callejuelas laberínticas,... o dicho de una manera mas vulgar y corta: me hice la picha un lio al entrar...
Ese día tenía previsto llegar temprano para conocer Cáceres y disfrutar de sus encantos,… después de pasar la mayor parte del día por el casco antiguo, plaza mayor y alrededores seguiría camino hasta El Casar de Cáceres, donde la guía me señalaba que no me perdiera ni su queso del Casar, ni su albergue junto a algún escandaloso campanario de alguna iglesia…, el caso es que el calor me mantuvo en parada técnica mas de cuatro horas en una piscina de un pueblo anterior llamado Valdesalor.
Pero mi Plata tenía la curiosa habilidad de desbaratar todos los planes que tramaba y para cuando me planté en la plaza mayor de Al-Kasar ya eran las seis dadas,... llegar a aquella plaza fue uno de esos momentos inexplicables que alguien creo que suele denominar como momento Camino.... la preciosa ciudad de Cáceres me sedujo, me entretuvo, retuvo, e incluso me embriagó,.... parte de culpa de esto último fueron las cañas que cayeron,... como pelotillas.
Para cuando me di cuenta eran las once de la noche, y además, como suele ocurrirme en el camino, de repente fui consciente de un desmoronante cansancio que casi me impedía hasta tenerme en pie.
Crucé la plaza mayor, subí unas escaleras, me introduje por un par de callejuelas del casco viejo y allí di de casualidad con él…
...El albergue de la gran Castra Caecilia...
Tenía un suelo verde de hierba, enmarcado por una hilera de arbustos, un par de bancos como para leer el periódico a media mañana a la sombra de tres arboles que se ubicaban en la mitad del recinto, en un gran pedestal circular repleto de tierra, ...alguna planta con flores le añadía encanto. Un muro de piedra hacía de pared para cobijarse mejor del inexistente viento,... el techo era negro, infinito y rebosante de estrellas titilantes: una preciosa noche cacereña. No vi hospitalero, ni cepillo para limosnas, ni sello, ni peregrinos roncando,... afortunadamente tampoco apareció por allí, ni “mangui” con navaja, ni policía municipal uniformado en toda la noche.
Coloqué mis ropas colgando de las ramas del árbol, extendí la esterilla junto a la pared y me metí en el saco...
....Antes de dormirme vi deambular unos turistas de última hora que me sacaron una foto sin permiso y a un chucho que se acercó a husmear mis ropas, levantar la pata trasera con delicada finura y orinar en el árbol,... por lo visto se creía el dueño del albergue.
Mañana madrugaría y continuaría por mi Plata mágica, aunque sin probar la dichosa torta del Casar.